Y un día ella llama a la puerta
él no la abre.
Sabe que su mirada es peligrosa
que hipnotiza los sentidos.
Entre las rendijas de la puerta,
navega hasta su olfato
el halo inocente de su perfume.
Llora mientras abre la puerta.
Sabe que no debe llorar.
Ella está allí, en el umbral de su alma
con su mirada cándida que le atrapa
entre unas redes dañinas.
En la noche suenan, resuenan las campanas,
acordes solitarios y olvidados,
voces de balada, hechizantes.
Incluso ella en su inmensidad, lo siente.
Dos perlas recorren sus ojos,
al buscar las manos de él.
Y las besa con la pasíón,
de unos labios hechos para soñar.
Y mece su cuerpo entre sus brazos
mientras le jura amor eterno.
Y todo fue en la noche,
cuando los débiles corazones exhalan,
un aliento blando,
tornándose débil.
Todo fue en la noche.
Quién ella, quién él...
1 comentario:
Todos y cada uno de nosotros... ¡amén!
Fantàstico Jose. Por supuesto, cómo no.
Publicar un comentario