Godot no vendrá hoy, pero mañana seguro que sí
(Nota: Podéis saltaros perfectamente este primer párrafo, poco tiene que ver con la obra de teatro)
Soy un gran amante de las casualidades, bien-sur, que muchas veces van más allá de la causalidad o de los renglones torcidos del destino. Ahora mismo estoy cerca de Bruselas, en un pequeño y silencioso pueblo, Rhode St. Genese. Enfrente de donde vivo (en un tercer piso, un apartamento aparte de todo un chalet, habitación alquilada, des de mi ventana estos días el cielo si no está cubierto, se pinta con colores imposibles) está el Foret des soignes, el bosque de los sueños. En el intento correr todos los días que puedo (si la jornada de pseudo-ingeniero me lo permite). Es un bosque típico de europa central, de clima continental; hoja caduca, altos árboles y muy húmedo; la primavera le llega un poco tardía pero ahora está cambiando y esta vivo. Muy vivo. Vive con la humedad, la lluvia, el sol, las flores, es algo mágico. En el bosque hay ciervos. Es mi tercera estancia en el centro de investigación en el que estoy. Durante el primer verano me avisaron; hay ciervos en el bosque, si eres silencioso en tu córrer veras algunos, y así fue, vi un par de ellos en dos meses. En mi siguiente estancia en dos meses no ví ninguno. Hoy, mientras corría a la hora del crepúsculo (cuando dejas de distinguir tus pasos en el bosque), me he acordado, vaya aún no he visto ningún ciervo, ¿que les pasará a los ciervos? pocos segundos después tenía a uno, un macho, plantado en la mitad del sendero del bosque. Más tarde vería a la hembra saltar por el bosque. Por este tipo de cosas vale la pena ir tirando por los días y la vida. Cuándo volví de París, hace cosa de un mes, en el avión ví a una mujer hojear Jacques el Fatalista de Diderot, sentí un impulso irrefrenable de recomendarle la adaptación de Milan Kundera, Jacques y su amo, que representamos con mi grupo de teatro de la universidad ahora hace casi un año; no hizo falta, la mujer también la llevaba. Tal y como hacía yo un año atrás; explorando los dos libros, desenmarañando los personajes para construir un escenario para poner en escena. Así que me puse a conversar con la mujer y eso duró todo el vuelo y al final se materializó con una invitación; el último domingo de marzo a ver "Esperando a Godot" en un pequeño Teatro de Terrassa, engañé a la única persona que sabía que me acompañaría y fuimos.
Sinopsis: Tragicomedia en dos actos, Didí y Gogó esperan a Godot debajo un árbol seco, entre nada y todo les sucede, ustedes eligen.
Crítica: Dos obras de Godot en una semana, primero "Los días felices" y después esta. Duro. Muy duro. Sobretodo teniendo en cuenta de que llegué al teatro muy agitado y cansado muy cansado, pocas horas de sueño y mucho por contar en pocos días. La obra nos plantea dos cosas muy claras; lo absurdo de todo lo humano (la carencia de sentido del todo) y el eterno retorno. De nuevo la obra ahoga, disgusta, perturba. No lleva a ninguna parte más que a incomodarte en tu butaca (a mi me dió por dar cabezazos realmente violentos). Esperando a alguien que no se sabe quien es, que siempre vendrá mañana seguro y que además mañana es igual que hoy y viceversa, un día que nunca llega, porque no. Dialogos absurdos, surrealistas, personajes oníricos, casi enfermizos, desconexiones temporales, fíense en cómo termina la obra:
Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos?
Estragon: Sí, vámonos.
No se mueven.
Pero se consigue el efecto deseado: ¿Porqué he ido al teatro? ¿Porqué esperan? ¿Porqué se quedan sentados en el camino? Y allí es dónde empezamos a buscar en nuestra vida.
Pero cómo ya dije en la crítica de la otra obra de Beckett, cuando uno va al teatro ya sabe de antemano qué va a ver, cual es el texto crudo y sin masticar, y eso hay que aceptarlo, siempre. Por ello si de otra cosa hay que opinar es de la puesta en escena, de la comparsa que la directora (en este caso) ha creado, de la escenografía o su disposición para impactar al espectador, y sobretodo de la actuación, que de eso se trata el teatro.
A este nivel fue casi "chapeaux", los ases en la manga de dirección fueron muy acertados, no he leido el texto, así que tampoco puedo discernir, pero creo que hubo muchas aprotaciones originales que le dieron vida a la obra traducidas en coreografías y sobretodo, en un teleñeco, que nos causó más perturbación pero al menos ¡un poco de comodidad! Las sobreactuaciones muy exageradas, cómo debe ser creo en una obra de esta naturaleza. Y si de algo me quejo es de la escenografía, reconozco que esta no me pareció la más adecuada (demasiada madera vista a mi gusto), yo soy un poquito más barroco pero en fin, ¡también habría que ver cuales eran las limitaciones logísticas que imponía el teatro de Terrassa! En cualquier caso fue una tarde para la memoria y por ello le estoy muy agradecido a Montse, ¡fantástico trabajo de dirección! Y digo esto porque le mandaré un mail para asegurarme que lee esto :-)
Y no tengo más que decir, Notable bajo, aunque confieso que me gustó más "Los días felices" cómo obra, en cualquier caso, ¡casi me siento obligado a darle otra oprtunidad a Beckett!
Bien ya que esto me ha salido tan largo, quería alargarlo más. Si queréis haceros a la idea de que va todo esto de la incomodidad por lo absurdo del diálogo, una forma de haceros a la idea es con una canción de Antònia Font, del disco Batiscafo Katiuscas;
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