miércoles, 28 de octubre de 2009

Sesiones de café.


Nunca entenderé porque la gente se preocupa más por el tiempo que hace y no por el que pasa. Porque sí, el tiempo pasa y pasa entre sesiones de café, divagando, pensando, dejando volar los pensamientos, y eso es lo que hemos hecho esta tarde Marc y un servidor. Sobre lo que hemos hablado... sobre el tiempo y la serenidad que este supone.

El tiempo pasa y creo que esto es algo positivo, porque a medida que pasa el tiempo nos cambiamos, nos hacemos diferentes, evolucionamos y en esas evoluciones soñamos con anhelos por los que luchamos y después de ese paso del tiempo se llegan a cumplir. Nuestra vida es el tren de los sueños nunca dormidos que cruza los campos a veces valdíos otras veces primaverales, cubriendo el sol con su espumoso sonido. Y al montarnos en sus vagones soñamos y divagamos sobre cuál será el recibimiento en la siguiente estación. Y esos raíles antiguos ya oxidados constituyen ese tiempo lóngevo que trasciende todo, y el sendero que sigue el tren lo marcan nuestros deseos a los que nos acercamos a ritmo suave con el movimiento de los vagones.


Disfrutemos del trayecto, sentémonos tranquilamente, y miremos por la ventana, contemplaremos un paisaje que tan sólo nosotros hemos creado, y por eso es un paisaje sereno. Lo increíble de este viaje es que puedes elegir el próximo paisaje a contemplar e incluso las estaciones en las que parar. Pero para ello sólo vale subirse al tren de los sueños nunca dormidos...