sábado, 25 de octubre de 2008

La humanidad parte de la Atlántida

Que la especie humana es diferente al resto de especies que pueblan el planeta Tierra no es ningún secreto. Poseemos algo que nos diferencia del resto, mejor o peor, no lo sé, pero si el algo que nos caracteriza, hablo de la razón. Quizá también el sentimiento, pero tiendo a pensar que un perro puede sentir miedo y sin embargo dudo de que sepa resolver ecuaciones de segundo grado.
A lo que voy, esa razón que tanto queremos, que tanto adoramos, que nos convierte en dioses es a la vez un arma de doble filo. A través del ingenio resolvemos muchos problemas, pero no tenemos en cuenta los efectos secudarios. Cuando se desarrollaron los primeros sistemas de propulsión a base de combustibles fósiles, los pioneros no conciberon que 100 años más tarde sus inventos se convertirían en una especie de autodestrucción. No quiero ser alarmista, pero quizá suceda lo mismo con las células madre, con la robótica o con la investigación atómica, el tiempo lo dirá. Ahora bien, creo que estas investigaciones son necesarias, aunque nos lleven a nuestra autodestrucción. Esto me recuerda al mito de Edipo. Edipo llegó a ser rey pero cuando se enteró de que se había casado con su madre y había matado a su padre se clavó unos afileres en los ojos para quedarse ciego, no se creía digno de vivir. Si Edipo no hubiera tenido curiosidad, hubiera sido un próspero rey repleto de riquezas y felicidad, sin embargo el querer saber más le llevo su autodestrucción. No puedo evitar preguntarme ¿Es acaso ser ignorante ser feliz? en fin que cada uno responda según su criterio.

Todo esto que he dicho antes, viene a cuento de que quizá ese impulso de conocer que es innato al ser humano pueda provocar que la tierra en un futuro sea un lugar imposible donde vivir. Desde hace algunos años cietíficos de la NASA buscan en el espacio planetas similares a la Tierra. No nos engañemos, somos una especie muy frágil, necesitamos unas condiciones muy particulares para vivir y buscar una nueva Tierra no será fácil, pero si necesario.
A veces pienso si la Tierra no es el núcleo del que surgirá la colonización del espacio. Suponiendo que somos los unicos seres con inteligencia (parece ser que no es así pero oficialmente aún no se conoce o reconoce vida inteligente en otros planetas) y dejando volar la imaginación por qué no pensar que de esta humilde mota de polvo que da tumbos en el espacio surgirá la bulliciosa vida que diversificará el Universo. Me explico, cuando colonicemos el espacio (si realmente sucede) cada grupo de seres humanos que habiten un planeta se adaptarán a las condiciones de vida de ese planeta, quizá modifiquen su piel para adaptarse a una atmosfera más dañina, o su ojos para poder ver en un planeta con una mayor cantidad de penumbras, o por que no quizá modifiquen su inteligencia.

Para entrar en detalle de todas estas disquisiciones recomiendo los relatos de Isaac Asimov, un químico con dotes narrativas. para los que prefirais pasar el rato con unos videos aquí os dejo un enlace que contiene unos videos muy interesantes.

http://www.natgeo.es/articulo/Cienciaaldesnudo_Spaceman.htm

1 comentario:

Anónimo dijo...

Según leía la entrada me iba acordando de los relatos de Asimov que citas al final.
Ojalá que nuestro planeta no termine como su homónimo de la saga de la Fundación.
¡Un saludo y muy buena la entrada!